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Esposas Rusas: El Mito y La Fantasía

Ya sea por los cuentos fantásticos o por las fotos o por algún sueño anhelado, la esposa rusa parece ser a los ojos de algunos solteros, la más codiciada de las esposas. A que se debe esto, no se sabe bien a ciencia cierta.
Es posible que la visión de las modelos rusas en las revistas de moda despierte la ambición de cualquier hombre y se diga a sí mismo que él también puede alcanzar el sueño de tener una modelo como esa en su casa, con solo anotarse en una agencia de citas.
La realidad, no siempre concuerda con esta visión paradisiaca y poco realista de la esposa rusa. En primer lugar, porque si bien el porcentaje de mujeres bellísimas es alto, no todas poseen la perfección física de una modelo.

En segundo lugar, porque la idealización de una mujer que se pasa el día tras los niños y con plumero en mano, mientras cocina manjares, tampoco es real. Ni actual. Al contrario de la creencia tan difundida en occidente, la mujer rusa es una de las más cultas del mundo, y con mayor índice de educación universitaria. Es por eso que los frecuentadores de agencias de matrimonios, se asombran al ver los títulos de estas mujeres. Doctoras, profesoras, psicólogas, ingenieras, matemáticas, enfermeras universitarias, pediatras, abogadas, un sinnúmero de profesiones en las cuales destacan por su inteligencia y capacidad.


Si bien es verdad que posiblemente, se ocupe más de su hogar que su contraparte europea o norteamericana, y sobre todo, de su marido, lo hará por su innato sentido del hogar, no por que no pueda hacer otra cosa. La esposa rusa no tiene ayuda en la casa, ni costosos electrodomésticos que le faciliten el trabajo. Esto, que es agobiante para la norteamericana, para la esposa rusa es su diario vivir. Si trabaja afuera para complementar los gastos, su carga es doble: al llegar a su casa, debe seguir trabajando sin descanso en las labores domésticas. Esto ya por sí solo haría salir corriendo de su casa a cualquier mujer europea o norteamericana. El sueño de la esposa rusa que espera en la sala, perfectamente arreglada, con una sonrisa de alegría, cuando llega el marido del trabajo, mientras en el horno se hornea un delicioso plato, es más una fantasía masculina de los años 50, tan populares en los avisos de electrodomésticos, como si el sueño de las mujeres fuera tan solo tener el último modelo de aspiradora.

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